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lunes, 21 de octubre de 2013

T-rooms: Sexo Anonimo

Este un anglicismo (el origen de la palabra parece provenir de ‘tea’ o té, mismo que es utilizado como un modismo para referirse a la orina), es utilizado comúnmente para referirse a un lugar ya sea una fiesta o un club donde se tiene sexo anónimo. Los t-rooms han cobrado cierto auge en los últimos años, la mayoría incluye únicamente hombres dentro de sus actividades y hay diversas modalidades de los mismos: exclusivamente orales, otras donde se permite la penetración, interacción vouyeurista (participar sólo viendo), la masturbación, hacer tríos, y en el caso más riesgoso, el sexo sin protección o bareback con el fin de hacerlo más “extremo” (sin comentarios). Hay ciertas relaciones con los Bugchasers y Giftgivers. 

En México los t-rooms también son conocidos como ‘Fiestas a pelo’, porque te avientas ‘a pelo’ es decir sin condón a penetrar a otro u otros. De éstas últimas hace unos meses realicé una investigación con algunos grupos que organizan algunos de estos T-rooms de manera privada y otros que se dan en antros de zonas rojas. Muchos de sus integrantes opinan que es ‘emocionante’ el no saber quién es la persona con la qu estás interactuando sexualmente, en ocasiones la oscuridad es completa y te permite fantasear con quien desees. Otros le encuentran el sentido a la práctica dado que pueden tener contacto sexual con uno o muchos compañeros sin la necesidad de involucrarse sentimentalmente ni ‘chambear’ en la conquista para poder llevártelo a la cama. 

Es una de las modalidades de sexo anónimo, ¿cómo ven?

Sin temor al VIH El bareback o las fiestas múltiples sin protección no son nuevas. En Europa y Estados Unidos hace más de 10 años que se practican. Corresponden a algo así como una segunda generación de hombres gay, luego de la tragedia que el VIH significó en los años ochenta. Llega con los retrovirales, con la certeza de que es posible vivir una vida larga y con calidad a pesar del VIH. En ciudades de Estados Unidos las fiestas bareback se organizan incluso con la intención de ser "bautizados, iniciados o infectados". Algo difícil de entender si no se contextualiza. En cierta forma, algunas de las personas que practican el bareback buscan pertenencia, sobre todo en ciudades como San Francisco, donde el 50 por ciento de los gays es seropositivo y tiene una vida muy normal, "se cuida el físico, se toma los medicamentos, va al gimnasio, gana masa muscular". El tener buen cuerpo era casi sinónimo de tener VIH. "Esto lo va volviendo moda y despierta confianza en la comunidad gay: Hay tratamiento, me puedo arriesgar. Es decir, cambia la perspectiva de riesgo", explica el especialista Alejandro Brito. 

Los orígenes

De acuerdo con John Maxwell, director de proyectos especiales del Aids Commitee of Toronto, las fiestas bb en Canadá comenzaron hace unos siete años como una red social a la que se integraban hombres seropositivos agotados de sufrir el rechazo de otros gays al enterarse de su estatus. Entonces estas fiestas eran para seropositivos, aunque posteriormente se abrieron. "El bareback se desarrolló como una microcultura de seropositivosque organizan estas fiestas por su estatus, porque a veces sus parejas también lo son y consideran que ya no necesitan protegerse. Saben que hay riesgos, que es fácil contraer otras ETS, pero ya lo ponen en otro nivel de preocupación", explica. Para Rafael Díaz, psicólogo y epidemiólogo de la Universidad de San Francisco que estudia a hombres latinos inmigrantes gays que viven con VIH, existe unaespecie de cansancio ante el uso del preservativo repetido durante casi 25 años, donde a la gente se le exige algo que no es natural. "En realidad, el sexo sin condón es lo normal. Lo que es una virtud y un heroísmo es usar el condón todo el tiempo por 20 años o toda la vida. Sobre todo entre las parejas", explica Ricardo Díaz. Sobre la afición al bareback entre jóvenes de entre los 15 y los 24 años –rango en el que se ubican la tercera parte de los casos de infectados por VIH en México–, Alejandro Brito señala que ellos no conocieron a gente que se murió en los ochenta y pueden verlo como algo lejano. "Se perdió el miedo en algún sentido. Yo lo comparo con mi generación. A mí el miedo me paralizó. Amigos y conocidos enfermaban y morían. Hubo un tiempo en que yo suspendí mi vida sexual, porque no se sabía bien a bien cómo se contraía, cómo evitarlo, había rumores, desinformación. A mí me congeló y el miedo me protegió. Ahora ya no", dice Brito.

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