Hasta la década de los 80, cuando se hablaba de voyeurismo, zoofilia, fetichismo, etc. se les denominaba parafilias. Otros más incluso las definían como aberraciones sexuales o perversiones. Parafilia fue acuñada por el psiquiatra Wilhelm Stekel como compuesto culto a partir del griego antiguo παρά (pará), “al margen de”, y φιλíα (philía), “amor”. Es decir ‘amores’, inclinaciones o ‘fascinaciones’ fuera de, o salidos del ‘molde’. Como paranormal (término con el que convivimos más) se refiere a situaciones fuera de lo normal. Pues bien, por años así se percibían social y médicamente aquellas personas que sentían excitación erótica hacia situaciones, objetos de deseo considerados ‘no comunes’ se establecían como parafílicos. Mucho se discutió y se sigue discutiendo al respecto. Incluso, por desgracia, me he encontrado con textos y verdaderas lecturas de especialistas que siguen usando el término parafilia.
Desde por ahí de 1986, el sexólogo mexicano Juan Luis Álvarez Gayou, psiquiatra y fundador y director del Instituto Mexicano de Sexología, propuso el término Expresiones Comportamentales de la Sexualidad Humana. Hoy, este término es aceptado por la comunidad sexologica a nivel mundial. Esto, porque da lugar a un análisis mucho más profundo, humanístico y objetivo de las mismas. Es un tema muy profundo, pero intentaré dejarles lo más claro posible dichos conceptos.
Para empezar las expresiones comportamentales se segmentan o tienen un continuo: de no eróticas a eróticas. Aquí la enorme importancia, todos son comportamientos que no necesariamente son sexuales. En palabras del Dr. Álvarez Gayou
“Estos comportamientos en algún momento considerados como patológicos, fueron analizados y llegamos a la conclusión de que probablemente eran inherentes a la especie humana; y que a lo mejor cómo se estaban viendo nada más desde la perspectiva erótica, estábamos distorsionando el cuadro. Lo que hice yo fue proponer que todas estas expresiones comportamentales podrían tener una manifestación “no erótica “, entonces de ahí surgió el ” continuo “, que incluye tanto lo no erótico así como lo erótico; y va desde no existe, existe en forma mínima, en forma acentuada, y luego pasa a lo erótico empezando con la fantasía, la mínima erótica, la preferente, la predominante y la exclusiva.”
O sea, un zoofílico no erótico es alguien que ama a los animales, los cuida, se siente feliz al convivir con ellos, más no le producen placer sexual o deseos de contacto sexual. Lo mismo un pedófilo no erótico, como bien podrían ser las educadoras o maestras de kinder; encuentran un gran placer personal en el contacto con los niños pero eso no implica que les atraigan sexualmente. No hay carga sexual, no hay deseos o pensamientos relativos a lo sexual. Recordemos que erotismo es un concepto muy mal comprendido. Erótica es capacidad para contactar, hay erótica entre una madre y su hijo, el contacto, las caricias. Pero desgraciadamente se confunde porque muchos autores le dan un contexto sexual a lo erótico. La erotología parte de los cinco sentidos, del contacto a través de éstos; hay erótica en la comida, en las sensaciones táctiles y nada tienen que ver con el sexo o lo genitalizado. Ok? Bueno. Éstos comportamientos denominados como ‘No eróticos’ justo refieren a que no hay un contexto sexualizado y se pueden manifestar de manera ‘no existente’, mínima o acentuada. Un zoofílico no erótico acentuado, es por ejemplo un veterinario o un trabajador en pro de los derechos de los animales que además de disfrutar enormemente su compañía, el contacto con éstos, se preocupa por su bienestar y es capaz de dedicar su vida a su cuidado. ¿Quedamos?
En el continuo siguen las Eróticas, igualmente denominadas así en este comprendido sexológico. En éstas entran todas aquellas que sí comprenden el deseo sexual, excitación, placer sexual o clímax sobre algún objeto de deseo (persona, cosa, animal, actividad)- se subdividen en cinco niveles: fantasía, mínimo, preferente, predominante y exclusivo. Este análisis no sólo ha permitido que los profesionales de la salud pudieran comprender y tratar de una manera más humanística a quienes presentan dichos comportamientos, además se busca una denominación que no propicie juicios de valor tanto socialmente como personalmente.
Los niveles permiten del mismo modo una mayor comprensión. Acá les pongo la tabla
De esta forma, por ejemplo digamos que quien se excita o le produce placer sexual mostrar su cuerpo desnudo podría ser un exhibicionista mínimo o preferente. Todos aquellos que nos sentimos excitados al mostrarnos desnudos ante nuestra pareja vivimos dicha expresión comportamental. Otras expresiones eróticas, por ejemplo, la rinofilia o el gusto por percibir ciertos olores que traducimos como excitantes o afrodisiacos en nuestras prácticas sexuales, muchos podemos experimentarlas ya sea de manera mínima o preferente. Pero, cuando esto es un requisito exigido o para tener una respuesta sexual desde tener excitación, erección hasta alcanzar el orgasmo, cuando esto está comprometido se habla de una expresión comportamental erótica predominante. Si sólo y sólo se alacanza el clímax o se tiene respuesta sexual bajo la presencia del objeto, la práctica; es decir se está supeditado a ello, sería una expresión comportamental erótica exclusiva.
¿Lo ven? No es tan simple como decir ‘Tal tipo es formicofílico’ o la que gusten, hay todo un contexto detrás. De este modo se estudian a mayor profundidad conductas que en algún momento pudieron catalogarse como patologías o desviaciones cuando son inherentes al ser humano y su diversidad. Y claro, se analiza tanto el riesgo que conlleva cada una dependiendo de su naturaleza así como el límite en que alguna expresión comportamental puede sobrepasar los derechos o integridad de otros o implique un ilícito.
Los juicios de valor (sobre todo sin el conocimiento o abrigados por la ignorancia) son lo más inútil y limitantes en nuestra evolución. No olvidemos que no hace muchas décadas la mismísimas orientaciones sexuales no heterosexuales se les consideraban patologías y aberraciones. Ya es hora de que aprendamos a diferenciar. Porque un pedófilo no es lo mismo que un pederasta y por mucho tiempo se denominó como perversiones o de conductas anormales a todas aquellas, que a pesar de no involucrar daño a terceros, no tenían como fin, la reproducción y por ende ‘salían del molde’, de lo ‘¿¿¿Es normaaal??’ (jaja). Muchas de estas conductas eran practicadas por muchos pero apenas comenzamos a conocer cómo y quienes la viven.
Como bien dice el Dr. Álvarez Gayou “Todos formamos entonces de una parte de la diversidad humana, todos tenemos la tarea de respetar la vida de los demás, tanto al vivir nuestra sexualidad a nuestro gusto como permitir que otros la vivan en libertad”.
Todos vivimos expresiones comportamentales, todos poseemos un EXPRESIOGRAMA, una serie de expresiones comportamentales propias a niveles y continuos personales, eso nos convierte en seres sexuales únicos. Encontrar a una persona con un expresiograma compatible al nuestro es parte de la búsqueda de la pareja sexual ideal (al menos de una etapa de vida). El debate que al menos yo me quedo es, ¿cuando la expresión comportamental erótica es exclusiva, se busca imperiosamente, obsesiona y se depende de ella afectando otras áreas de vida y -punto álgido- pasa por encima de la integridad personal, se pierde la libertad de vivir la sexualidad libre y plenamente? Es un cuadro de adicción. Porque claro, punto aparte, cuando se rompe la libertad de otros o se allanan sus derechos ya estamos claros que hay que actuar al respecto, se rompe la regla de oro de la sexualidad y no hay libertad pero ¿en el anterior? Cuando por ejemplo alguien ya tiene problemas de salud, el cuerpo lastimado o lascerado por, digamos un gusto por la asfixia erótica o los latigazos, cortes en la piel, etc. que le causan desde excitación hasta la capacidad para orgasmar ¿? ¿Qué opinan?...
Articulo de Elsy Reyes, extraido de: http://www.elsyreyes.com/
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