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sábado, 14 de febrero de 2015

¿Cómo saco a mi novio del armario?

¿Qué sucede cuando una pareja está compuesta por un hombre que está fuera y otro que está dentro del armario? Pues más o menos lo del chiste: que uno carga el armario mientras el otro sujeta las perchas para que no se caigan. Es decir: una situación que no se sostendrá por mucho tiempo.

Novio de armario!
Cuando os conocisteis y te dijo aquello de “no necesito rotularme en la frente que soy gay”, no te pareció tan grave, pero en el momento en que empezaste a notar que se metía las manos en los bolsillos cuando caminabais por la calle o cuando te presentó a sus padres como “un amigo del tenis”, aquello empezó a dejar de ser castaño para pasar a convertirse en un panorama muy oscuro: ¡tu novio está en el armario!

El origen del problema
Partamos de una base: nadie quiere vivir en el armario (excepto que seas una polilla). Hace un par de meses, el sobrino de una amiga (8 años) le hablaba sobre los invitados a su cumpleaños y le explicaba que uno de los niños vendría con otro porque “está enamorado de él y le da besitos”. Al margen de lo normalizado que está que haya unos chicos gais en clase, lo que interesa ahora es que nos fijemos en cómo, de modo natural, a cualquier niño le parece lógico expresar su afecto de manera pública y, como hacen las parejas de “novios” heterosexuales de su misma edad, jugar a imitar comportamientos adultos donde también cabe la expresión afectiva homosexual. Si nosotros hemos estado en el armario no es porque nos parezca lo lógico, sino porque el miedo a las agresiones nos empujó allí.
Si estás armarizado y no te sientes con el valor/ánimo/soltura/etc. de expresar de manera pública tu afecto no es porque seas pudoroso, sino porque te da vergüenza, porque te da miedo, porque sientes una reacción fóbica ante la sola idea de que alguien “se dé cuenta” de que eres gay. Y eso, ese avergonzamiento de tu afectividad, es fruto del trauma, no es natural ni, por tanto, beneficioso para tu salud psicoemocional, ni para la salud de tus relaciones sentimentales.

Parejas armariodiscordantes
En algunos lugares del mundo, el respeto a la (des)armarización del novio, es una de las cosas que se pacta cuando la relación comienza a tomar cuerpo pero en nuestro país y en otros muchos donde la igualdad legal (y el enorme trabajo de los colectivos LGTB) han hecho tanto por normalizar la homosexualidad, el armario está dejando de tener sentido para la gran mayoría de hombres gais.
Así, en una pareja armariodiscordante (¡cómo me gusta inventarme palabras!) la diferencia en cuanto a visibilidad se termina convirtiendo en un desequilibrio en la pareja y en una fuente de tensiones. El hombre que está fuera del armario (de ahora en adelante lo llamaré “el de fuera”) hace al hombre que está dentro del armario (de ahora en adelante lo llamaré “el de dentro”) una serie de peticiones que no siempre se ven satisfechas y que generan mucha tensión entre ambos.
De entrada, el de fuera ha hecho todo un proceso para aceptarse, asumirse, valorarse y respetarse. Sabe el trabajo que le ha costado superar sus temores y sus propias pajas mentales sobre el rechazo de los demás. A veces ha tenido que superar enfrentamientos familiares o aclarar malos entendidos en el trabajo. Evidentemente, el de fuera quiere un hombre que esté a su altura. Uno no puede enamorarse en serio de un hombre por el que no sienta admiración, así que, si el de dentro pretende quedarse en su armario, el de fuera pensará que su novio no es lo suficientemente valiente, maduro, decidido o respetuoso con sus propios sentimientos como debería serlo para poder sentirse en una relación equilibrada. También puede darse que, el de fuera, haya tenido esa experiencia que todos conocemos de que, una vez que se pone a salir del armario, se da cuenta de que no es un problema ni para él ni para nadie y que todos sus temores no eran más que ideaciones catastrofistas suyas. Así que lo que espera es que el de dentro se ponga las pilas y supere sus propias paranoias acerca de un (improbable) rechazo y deje de esconder que son novios. Sea como sea que le haya ido al de fuera del armario, encontrará razones para querer que su novio se desarmarice.
Claro, pero el de dentro contestará que no está allí por gusto (porque él no es una polilla) y que si le resultase tan fácil ya lo habría hecho tiempo atrás. En mi artículo “Mierda en el alma” expliqué que una de las secuelas que quedan en un hombre gay que ha sufrido (¡o presenciado!) bullying homofóbico es el pavor a revelar su homosexualidad. Se trata de un pavor que encaja con la descripción de fobia (es irracional y aparentemente insuperable) y que, en muchos casos, necesita del apoyo de un especialista para poder vencerlo. Así que, en lugar de presionarle y presionarle, el de dentro agradecerá a su novio que le dé apoyo, ayuda y comprensión… hasta que esté preparado para iniciar el proceso de cruzar la puerta hacia afuera del armario.

¿Por qué no podemos quedarnos como estamos?
Porque esta situación no se sostiene ni con andamios. Si por la calle vais a un metro de distancia, ante tus padres le presentas como “tu compañero de piso” y en las reuniones de trabajo tú manifiestas estar “soltero” ¿cómo quieres que él se sienta? Las relaciones tienen un componente social importantísimo. Si no fuese así ¿crees que el mundo del vestido de novia sería tan negocio como es? En nuestra especie (no sólo en nuestra cultura) las relaciones sentimentales se hacen públicas y se comparten como parte de nuestra vida cotidiana y lo hacemos porque, al hacerlo, nos sentimos bien. Se sabe que las charlas informales de pasillo en el trabajo, o poder presentar a tu novio a los vecinos, incrementan la cohesión grupal y el sentimiento de integración y apoyo social. No poder hacerlo nos impide una fuente de gratificación que, en una especie social como la nuestra, es imprescindible. Pero es que, además, las demostraciones de afecto son el combustible con el que vais a mantener vuestra relación nutrida. Si faltan esas demostraciones de afecto (incluyendo las públicas) la relación se va perjudicando gradualmente… hasta morir. El afecto se demuestra con palabras… ¡y con hechos! y el hecho de atreverte a romper tus propios límites porque quieres vivir vuestro amor como se merece es la demostración de amor y de no avergonzamiento que cualquier gay emocionalmente equilibrado quiere en su vida. Recuerda que, aunque tras siglos de homofobia nos parezca “lo normal”, estar en el armario, ni es normal, ni es humano, ni es justo, ni es sano, ni es bueno para nadie. Y no tiene sentido.
Un paciente mío salió del armario a los 50 años. Después de todo un proceso de autoaceptación que le supuso divorciarse de su mujer (tenía dos hijos adolescentes), rehacer toda su vida, etc. Llevaba meses viviendo con su novio y lo había presentado a sus padres como un “compañero de piso”… en un piso con un solo dormitorio ocupado por una preciosa y resistente cama de matrimonio. Cuando reunió las fuerzas, superó su avergonzamiento y se dispuso a contarle a su padre que era gay, su padre le contestó: “menos mal que te has decidido ya a decírmelo, hijo, empezaba a pensar que nos tomabas por gilipollas”. Después de comentar eso de “¿cómo no nos vamos a dar cuenta?” le pegó un abrazo inmenso que acabó con un “tú eres mi hijo y yo sólo quiero verte feliz”.
Si no hay razón para permitir que nada limite tu relación ¿por qué permitirlo?

2 comentarios:

  1. es bien jodido estar con alguien que esta en el closet, a veces te acostumbras, pero en general lo que pasa es que todavia tiene cierto temor, puedes esperar que se anime o simplemente aceptarlo, ya depende de cada uno como lleva su vida

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  2. Buen resumen, casi lo he vivido paso por paso. Por cierto, tendremos nueva Edición de Expogays del 17 al 19 de abril en Barcelona. Junto
    con la feria B-Travel. os esperamos!

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