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sábado, 28 de enero de 2012

Orgasmo: La Cima del Placer Sexual

Cuántas veces no nos hemos preguntado, a nuestro ‘yo’ interno, ¿estuve satisfecho con la relación sexual que sostuve con mi compañero, amigo o pareja —según sea el caso? ¿Mi compañero, amigo o pareja se sintió complaciente conmigo? La respuesta a veces es desalentadora, pero otras más, de gran gozo y deleite.

La sexualidad siempre ha sido denominada como una acción de los seres humanos para satisfacer sus necesidades genitales. Sin embargo, para el psicoanálisis, la sexualidad es inseparable del descubrimiento del inconsciente; asimismo, de los procesos que dependen de él como calificación esencial del deseo, mencionado en el ‘Manual de Psicología y Pedagogía’ de editorial océano.

Pero en toda acción sexual, el objetivo primordial es la búsqueda de placer. En dicha exploración, el cuerpo humano presenta diversas reacciones, pero, la mayor satisfacción sexual es el orgasmo.

El placer es el que acompaña al incremento de la tensión sexual y proviene de la estimulación de alguna zona erógena del cuerpo.


Todo comienza con los besos, las caricias, las palabras o frases tiernas o llenas de romanticismo —o vocablos que exciten demasiado—, para después pasar a la desnudez; con lo cuál, se hace la invitación más directa a sostener el acto sexual, que puede proveerse la penetración del pene o un objeto externo dentro del ano (en el caso de las relaciones homosexuales).

La estimulación erótica previa al orgasmo reside en un agregado de fenómenos psicosomáticos que van desde la manipulación de los órganos genitales hasta la recreación, mediante la imaginación hecha por juegos eróticos y fantasiosos.

El orgasmo es la cúspide del placer, la culminación de la excitación sexual llevada a cabo en las zonas erógenas y genitales. En pocas palabras, es llegar a la cumbre del placer.
Para el psicoanálisis, el orgasmo es el intenso placer final que sigue a una excitación sexual y se acompaña de descarga de tensión, es característico de la sexualidad genital.

El orgasmo es distinto en muchos de los hombres, pues hay quienes disfrutan de tener su plenitud sexual mediante el vouyerismo (“mirar a través de”); de tocar y ser tocado en puntos específicos del cuerpo; de frotar sus genitales con otro sin tener la desnudez absoluta. . . pero el más común se da cuando se alcanza el punto máximo de la relación sexual, y la descarga de tensiones localizadas en la pelvis, los muslos y parte de las piernas es violenta; dando como resultado la eyaculación acompañada del aumento en la respiración, la frecuencia cardiaca se acelera, se enrojece la piel (en algunos casos) y aumenta la presión arterial (TA).

Cuando muere un individuo en el acto sexual se debe a que la frecuencia cardiaca y la presión arterial aumentan, causando el ‘paro cardiaco’; esto ocurre, generalmente, en personas de edad avanzada, aunque los jóvenes tienen (en menor grado) las mismas posibilidades.

El orgasmo masculino homosexual es considerado como único, pues se alcanza con mayor frecuencia, que el de un hombre con una mujer —con esto, no quiero decir que sean anorgásmicos los heterosexuales; pero hay mayor probabilidad que en las relaciones homosexuales hayan orgasmos múltiples por el proceso de excitación; sin dejar a un lado la penetración anal—. Pero no todos alcanzan ésta satisfacción total, a causa de problemas hormonales, de estimulación mínima, depresiones, etc., que hacen que el individuo termine el acto sexual, pero no alcance la satisfacción deseada.

A la insatisfacción sexual se le denomina con el nombre de anorgasmia —tema que abordaré en mi próxima columna—; y es creada por una falta de estimulación (caricias, besos, etc.), de concentración, o de incompatibilidad con la pareja sexual. Sin embargo, cuando existen depresiones, problemas de índole personal como desempleo, malas calificaciones en el colegio, etc., puede hallarse la anorgasmia, la cual tendrá cura si se acude a un terapeuta sexual de pareja.

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