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viernes, 20 de enero de 2012

Adicción al Sexo


Características de la Adicción Sexual, una patología en crecimiento, explicitando su frecuencia, características y tratamiento.

Publicado en el Diario Clarín..

Pueden engañar a su pareja con cuantas personas se les cruce en el camino. Pueden pasarse horas frente a un televisor o una computadora consumiendo pornografía. Pueden masturbarse cinco o seis veces al día. Pueden buscar espiar a otros mientras tienen sexo. Pueden exhibir sus intimidades en público. Y hasta pueden abusar o violar a seres indefensos. Todo lo hacen sin control y en forma desesperada. Y en realidad nada de eso les provoca placer, si no vergüenza, dolor y odio a sí mismos. Es que son adictos. Adictos al sexo.

Para no confundirse. Quien haya sido infiel alguna vez o disfrute con algún video erótico cada tanto no forma parte de este universo de personas. La adicción implica una conducta compulsiva, imposible de manejar. Incluso a pesar de las tremendas consecuencias que provoca en la vida cotidiana: relaciones rotas, problemas en el trabajo, dificultades económicas, rechazo social, riesgo de contraer enfermedades venéreas o sida, y hasta arrestos.

"La adicción sexual tiene tres características: es compulsiva, persistente y recurrente", "Compulsiva porque no se puede parar, hay que cumplir sí o sí con esa exigencia que impone la cabeza. Persistente porque hay que hacerlo a cada rato, todo el tiempo. Y recurrente porque siempre se acude a los mismos recursos".

Para el sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff, el adicto sexual "siente que la única manera de superar la angustia es teniendo sexo. Y eso se convierte en un hábito". La psicóloga y sexóloga Diana Resnicoff coincide: "La compulsión calma una tremenda angustia que proviene de un vacío interior. Pero nada los llena porque el vínculo placer-amor está roto. El adicto sexual es un carenciado, un bebé hambriento de amor".

En general, el adicto al sexo tarda en buscar ayuda. "Recién hace una consulta cuando su comportamiento le genera demasiados problemas con su pareja, con la sociedad, con el trabajo o, incluso, con la policía".

"El tratamiento es doble: medicación (antidepresivos para bajar lo compulsivo) y psicoterapia. Se busca que el adicto haga un reaprendizaje social. ¿De qué manera? Se le dan tareas como llevar registros de los momentos de mayor angustia, se le proponen otras actividades, como un deporte, y se intenta conectarlos con el placer".
Los especialistas recomiendan las terapias de grupo, porque hablar con otros disminuye el sentimiento de soledad y vergüenza.
El objetivo de estos grupos es lograr un despertar espiritual y llevar ese mensaje a otros adictos.

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