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viernes, 18 de noviembre de 2011

Sexualidad Virtual


El sexo virtual es una de las tantas consecuencias de los avances tecnológicos irrefrenables que estamos viviendo. Puede adoptar diferentes formas, de acuerdo a la manera en que sea practicado y los fines que se persigan.

Un artículo de Ezequiel López Peralta..

Sin dudas una de las grandes revoluciones que ha experimentado la sexualidad en los últimos tiempos es la posibilidad de ser desarrollada en un plano bi-dimensional, y por lo tanto lejos de lo que siempre fue su esencia: el contacto físico entre las personas por medio de los cinco sentidos.

El auge de esta manera de experimentar la sexualidad, nos lleva a hacernos nuevos planteos y a reflexionar acerca de sus bondades y perjuicios.

1.- El predominio de la fantasía. La interacción en dos dimensiones facilita el desarrollo de las fantasías que tiene que ver en todo caso con nuestro deseo y nuestros ideales de pareja y amante. Las relaciones en 3D permiten percibir una serie de señales y mensajes que nos acercan más o menos rápidamente (según la ocasión) a lo que es el otro y por lo tanto la fantasía se limita por el mayor alcance de lo que percibimos. Por el contrario, la relación por chat aunque incluya la voz, la imagen y las palabras leídas o escuchadas, facilita que le adjudiquemos a nuestro interlocutor un lugar idealizado. La ilusión aumenta, la creencia de que esa persona es la que tanto tiempo estuvimos buscando se afianza y por supuesto que ante la concreción de un encuentro físico, las probabilidades de una fuerte frustración (inversamente proporcional a la idealización) son altas. Los olores, las miradas, el contacto de la piel, la manera de actuar, algunos detalles físicos y otros tantos aspectos antes no percibidos aparecen de repente y tienen efectos determinantes.

2.- En relación con lo anterior, la sexualidad desarrollada en la dimensión virtual no deja de ser el despliegue de nuestras fantasías sustentado por la tecnología. En el diálogo se da un juego de mensajes que, como en el ejemplo anterior, permite llevar a cabo (en un plano más cercano a la realidad corporal que en la fantasía en soledad) determinados deseos que de otra manera quizás sería difícil cumplir. Miles de varones y mujeres cumplen de esta manera fantasías homosexuales, bisexuales, sadomasoquistas, grupales, swingers, exhibicionistas, voyeuristas, transvestistas, o sencillamente liberan determinados comportamientos (palabras, gestos, roles, etc.) que de otra forma son impedidos por el pudor.

3.- Por lo tanto la sexualidad experimentada de esta manera nos acerca más al deseo puro (sin “filtros”), a las fantasías sexuales diversas que si fueran implementadas en un plano físico darían lugar a pensamientos o emociones difíciles de tolerar o procesar por el individuo: culpa, vergüenza, angustia, miedo…

4.- También tenemos conocimiento de casos en los cuales el ámbito virtual es utilizado para canalizar fantasías “parafílicas” (es decir perversas).

5.- Como vimos en el ejemplo del principio, y considerando el efecto que el erotismo virtual tiene sobre las fantasías sexuales, puede ser utilizado por parejas y personas solas para tratar determinado tipo de disfunciones sexuales, especialmente aquellas que tienen que ver con la disminución del deseo o “Deseo sexual hipoactivo”. Al permitir activar (o reactivar) los pensamientos positivos y excitantes, el deseo sexual se incrementa y empuja a la persona hacia la actividad sexual en alguna de sus formas. Pienso particularmente en parejas de muchos años de convivencia, aburridos como producto de la rutina y el descuido de su erotismo cotidiano, que encuentran en el sexo virtual un camino posible de diversificación de sus juegos sexuales sin los “riesgos” que puede deparar llevar a cabo esos actos en otros planos.

6.- Una implicancia interesante desde el punto de vista profesional, es el caso de aquellas personas que canalizan su sexualidad de manera mayoritaria o eventualmente exclusiva por la vía virtual. Al tratarse de un modo relativamente sencillo en cuanto al acceso a un “partenaire” sexual, sin compromiso afectivo, con bajo riesgo de fracasar en lo referente al rendimiento genital, con peligro nulo de contagio de enfermedades o embarazos no deseados, sin exponer el cuerpo (lo que a veces resulta traumático si no tenemos una autoimagen corporal positiva), y además con la oportunidad de dar rienda suelta a nuestras fantasías más ocultas… resulta tentador, ¿no? Sobre todo en una sociedad posmoderna en la cual todos estos aspectos constituyen trabas para la gratificación sexual en el plano de la relación “en vivo”. Los sexólogos vemos permanentemente en nuestra consulta cotidiana varones y mujeres que experimentan una sexualidad inhibida por la no aceptación de su cuerpo, la dificultad (por timidez y ausencia de habilidades sociales y sexuales) para tomar contacto con una eventual pareja sexual y/o afectiva, el temor al fracaso o a no responder a las expectativas de los demás, el miedo a contagiarse una enfermedad o a un embarazo no deseado, la dificultad para emprender una relación comprometida afectivamente y el temor al rechazo o a proponer fantasías que den lugar a burlas, degradación o incluso abandono.

En definitiva, tenemos que reconocer que se trata de una nueva realidad que está entre nosotros. Y en todo caso mi preocupación es que esta realidad se pueda canalizar de manera tal que contribuya a desarrollar nuestra sexualidad y enriquecerla, conduciéndola por caminos que antes no existían ante nuestros ojos. La sexualidad virtual no es buena ni mala en sí misma. La historia está plagada de situaciones que nos hacen pensar que un descubrimiento o invento en sí no tiene valoración propia, sino que la misma depende de cómo y con que fines se utilice.

Tenemos riesgos y tenemos oportunidades. El desafío que nos toca en este sentido (especialmente a los profesionales y todos aquellos formadores de opinión) es entonces minimizar los riesgos y amplificar las oportunidades. Eso implica superar la resistencia a las nuevas tecnologías, e integrarlas para convertirlas en herramientas de cambio para una mejor calidad de vida.

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